BUENO Y RECTO ES JEHOVÁ

BUENO Y RECTO ES JEHOVÁ

Bueno y recto es Jehová: Por tanto él enseñará á los pecadores el camino. Salmo 25:8

El salmista asocia en esta primera frase la bondad de Dios con Su rectitud o Justicia. En este sentido en muchas ocasiones confundimos la bondad con la permisividad; esperamos que una persona que muestra bondad sea mansa, tierna y tolerante a cualquiera de nuestros exabruptos y que ojalá, por sobre todo, se mantenga alejada de posiciones que muestren rigidez.

Cuando decimos que Dios es bueno, nos referimos a que Él siempre actúa de acuerdo a lo que es correcto, verdadero y bueno. Su bondad es parte de Su naturaleza, es Su esencia y Él no puede ir contra ella. El hecho que Dios sea bueno significa que no tiene nada malo en Él, Sus intenciones y motivaciones son siempre buenas, Él siempre hace lo que es correcto y el resultado de Su plan siempre es bueno (Génesis 50:20). No hay nada desagradable, malo u oscuro en Él. El salmo 100:5 dice “Porque Jehová es bueno: para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”. Por lo anterior, podemos afirmar que Dios no creo el mal, pues el mal, es todo lo contrario a Dios y precisamente por esto aborrece el pecado y Su voluntad es que nos mantengamos puros y alejados de todo pecado para presentarnos ante Su trono de gracia. Santiago 1:13 y 14 dice “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios: porque Dios no puede ser tentado de los malos, ni él tienta á alguno: Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y cebado”.

Pero Dios no solo es bueno, sino también es RECTO. Su santidad y Justicia son parte de la naturaleza de Dios, Él no puede hacer nada que sea impío o injusto, por tanto, hablar que Dios es recto nos debe llevar a reconocer nuestra completa imposibilidad de agradar a un Dios justo, ningún esfuerzo humano será suficiente, ninguna “buena obra” que ejecutemos podrá calmar la ira de Dios producto de nuestro estado pecaminoso. Nuestra única esperanza es buscar la bondad y la misericordia de Dios para que Él puede transformar nuestra mente y nos conforme a la imagen de Cristo, quien es el único bueno y recto igual que el Padre, capaz de cargar sobre Sus hombros el peso de toda nuestra maldad.

Los hijos de Dios debemos gozarnos y alegrarnos en nuestro buen Dios y debemos ser seguidores de la justicia, buscando parecernos a Cristo, aborreciendo los deseos carnales que diariamente nos perturban. Debemos ser humildes y reconocer que separados de Cristo nada podemos hacer (Juan 15:4), por eso debemos buscar estar en Su presencia, pues solo así nos haremos mas consientes de nuestra penosa condición producto del pecado. Busquemos la justicia de Dios, la que nunca podrá convivir con nuestro orgullo y soberbia, vamos con un corazón humilde donde nuestro buen Dios y digamos como el Salmista “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí” Salmo 51:10.

¡Porque Él vive!

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