LEVANTARÉ MI ALMA

LEVANTARÉ MI ALMA

“A TI, oh Jehová, levantaré mi alma.” Salmo 25:1

Este hermoso salmo es un acróstico escrito por David, que no se conoce con certeza el período de tiempo en el que se compuso. Spurgeon dijo de este Salmo “David es ilustrado en este Salmo como una miniatura fiel. Su confianza santa, son muchos conflictos, su gran transgresión, su amargo arrepentimiento, y su profunda angustia, todos están aquí; así que vemos el mismo corazón del hombre tras el corazón propio de Dios”.

Sin duda, encontramos en este salmo a David implorando dirección, perdón y protección. David confronta las duras pruebas de la vida afirmando su completa dependencia de Dios. MacArthur sugiere la siguiente división para el salmo: versos 1 al 7, Oraciones en tiempo de prueba; versos 8 al 15, alabanza en períodos de confianza y versos 16 al 22 ruego de ayuda en la aflicción.

Cuando el salmista dice en el primer verso “levantaré mi alma” realiza una clara alusión a su total dependencia de Dios, él se rinde completamente ante su creador esperando quietamente que Él controle absolutamente su vida. Entrega toda su alma y su ser para que Dios haga como Él estime conveniente.

Debemos comprender que Dios exige de nuestra parte absoluta exclusividad. Aprender a depender de Dios es fundamental en la vida cristiana. Depender de Dios no significa que seamos imprudentes o insensatos. Recordemos que Jesús NO necesitó saltar de la parte más alta del templo para demostrar que dependía absolutamente de Su Padre (Mateo 4: 5-7). En este sentido, existe una gran diferencia entre confiar en Dios y poner a Dios a prueba. Por ejemplo, una persona que estando enferma se niega a visitar al médico, diciendo “Dios me sanará déjenme en mi casita”, esto es tan absurdo como soltar el manubrio del auto cuando vamos conduciendo “porque Dios guiará nuestro camino”. Sin duda, cuando visitamos al médico o cuando vamos conduciendo debemos depender de Dios, pues no existe nada ni nadie que se escape de Sus cuidados y control.

Levantar nuestra alma al Señor es poner completamente nuestra vida en Sus manos, en este sentido consideremos el ejemplo utilizado por Jesús respondiendo una pregunta de Sus discípulos, leamos Mateo 18:2 al 4. “En aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús á un niño, le puso en medio de ellos, Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos”. Una hermosa cualidad de los niños es que dependen de sus padres para su bienestar y protección, quienes somos hijos de Dios debemos aprender a ser como niños y entregar todo lo que somos y todo lo que deseamos ser al cuidado de nuestro amoroso Padre, pues sin duda Él conoce anticipadamente lo que es mejor para nosotros (1 Pedro 5:7).

¡Porque Él vive!

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