PERDONA MIS PECADOS

PERDONA MIS PECADOS

Mira mi aflicción y mi trabajo: Y perdona todos mis pecados. Salmo 25:18

Nos encontramos con un David humillado y afligido. Su ruego y petición es que Dios pueda mirar sus padecimientos, pero consideremos que el salmista en ningún momento se queja o reclama contra Dios por sus angustias o congojas o por el exceso de trabajo que tenía. Solo una mirada de Dios le dejaría contento.

David tenía un “corazón conforme al corazón de Dios”, por tanto, él comprendía que la verdadera causa de sus sufrimientos y aflicciones eran sus pecados, por eso su petición se extiende al perdón de ellos. Él logra comprender que la raíz de sus penas y tribulaciones comienzan cuando él se aleja del consejo de Dios y Su palabra. Es notable que su alma esté mas acongojada por el peso de su pecado que por el dolor o el sufrimiento que padece, él prefiere el perdón de sus pecados que ser curado de sus enfermedades. Spurgeon dijo “Bienaventurado el hombre para quien el pecado es más insoportable que la enfermedad; no tardará mucho antes que el Señor le haya perdonado la iniquidad y curado la enfermedad. Los hombres son lentos en darse cuenta de la íntima conexión entre el pecado y la aflicción; solamente un corazón enseñado por la gracia se da cuenta de ello”.

Sin duda que es muy difícil, cuando estamos padeciendo una enfermedad o dolencia, no centrarnos en nuestro propio sufrimiento. En medio de una enfermedad, es difícil centrarse en lo que Dios está haciendo en nosotros y lo que nos tiene preparado para luego de la prueba que estamos experimentando. Es más, hemos leído tantas veces Romanos 8:28 “que a los que Dios aman todas las cosas les ayudan a bien” pero nuestra falta de fe y confianza nos hace dudar y caer en la queja y el desánimo. Es importante precisar que esto no significa que la enfermedad o la aflicción sea siempre de Dios o que Dios siempre nos ocasione enfermedades o problemas para enseñarnos lecciones espirituales. En un mundo manchado por el pecado, la enfermedad, las aflicciones y los problemas siempre estarán con nosotros. Somos seres caídos, con cuerpos físicos propensos a la enfermedad y a las dolencias (gotquestion.org).

En muchos de los salmos podemos comprender las profundas experiencias que tuvo David con las enfermedades, el sufrimiento y el pecado (Salmo 32, 43, 53, 88, 54, 142, etc.) más en cada uno de esos momentos él aprendió a postrarse y humillarse a Dios, aceptar Su voluntad y confiar en Él, pues Él es Dios soberano y tiene el control del resultado final de cada una de las cosas que le ocurren a Sus hijos. Por tanto, tal cual como hizo David, más que reclamar sanidad física o que nuestras aflicciones se acaben, procuremos presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo, agradable a Dios… (Romanos 12:1), todo lo demás depositémoslo humildemente en manos del Soberano Dios, que sin duda conoce lo que es mejor para nosotros. Jeremías 29:11 dice “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.

¡Porque Él vive!

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